La «ficción» mejora la realidad?
[tweetmeme source=”mcimino” only_single=false] (Escribo este post bajo los efectos de la ira moderada, la impotencia y el sentimiento de haber sido «usurpado» por ignotos que han «clonado» mi tarjeta de crédito para luego utilizarla en la compra de saldo para juegos online; y por lo tanto seré menos objetivo de lo habitual y posiblemente más alocado en mis reflexiones, eso sí, sin perder el optimismo y el buen humor 🙂 )
Nos pensábamos que comprar por internet fuese peligroso, nos dijeron que había que estar atentos. Nunca confíes tu código de seguridad, fíjate en que aparezca el símbolo del candado en el navegador, analiza la credibilidad de la web en la que estás comprando. En todo momento puede haber por allí escondido «el hombre de negro» que a través de un sofisticado sistema de captura de datos está a la espera de sus «victimas» para llevarse los datos de sus tarjetas, llevando a cabo su sórdido plan.
Los peligros de la red. El miedo a lo desconocido. La maldad que puede haber detrás de una página, amplificada por la sensación de impotencia y quizás el desconocimiento del medio.
Pues no!
Resulta que estás comiendo en un restaurante en el centro de Londres y un camarero distinguido y muy educado (en carne y hueso, nada de virtual), vestido con su uniforme impoluto, se lleva la tarjeta de crédito para cobrar la cuenta y se apunta en un papelito el número de la tarjeta, la fecha de caducidad y el código de seguridad que aparece en el retro!
Ni red ni tonterías! Una persona absolutamente real, en un restaurante real (en el cual comí un steak un poco duro!) que con un gesto absolutamente natural e insospechable, y sin la necesidad de vestirse de «hombre de negro», se lleva parte de tu identidad, para revenderla en el mercado por unas cuantas Libras.
Es que cuando nos dicen: señor, es probable que le hayan clonado la tarjeta, nos imaginamos un instrumento demoníaco capaz de leer el contenido de la tarjeta y copiarlo en otra tarjeta, imprimiendo en su caratula el nombre de la persona y la fecha de caducidad (que seguramente los hay). Pues no, un bolígrafo y un papel, y la tarjeta (que malauguradamente no estaba protegida por código PIN) queda «clonada».
Tenemos miedo de la red, pero resulta que en la red muchas veces nos comportamos de forma distinta: somos más pacientes y educados, tenemos una predisposición a ayudar a los demás y a participar a cambio de nada (o del simple reconocimiento).
Muchas veces las personas que habitualmente no frecuentan la red tienen recelos de lo desconocido y de las personas con las que no han tenido previamente un contacto real. Las empresas miramos con desconfianza el dialogo abierto en internet, la posibilidad que nuestros clientes opinen libremente de nosotros y de nuestros productos. Estamos constantemente en búsqueda de algún que otro troll irrumpa en nuestro blog.
Y mientras no bajamos la guardia, desconfiamos y analizamos lo que pasa en la red para detectar donde se esconde el hombre de negro, resulta que en un restaurante de ladrillos y vidrio, un camarero de carne y huesos (malnacido, pero de carne y huesos), con un bolígrafo sin truco y un papel cualquiera (ni siquiera de papel reciclado!) se apunta los datos de mi tarjeta de crédito!
Mientras, en la otra punta de la tierra, un chaval canadiense que no conozco está escribiendo sus comentarios a una presentación que colgué hace unas semanas en la red, para ayudarme a mejorar los elementos gráficos, obviamente A GRATIS! 🙂
La «ficción» no solo supera la realidad; muchas veces la mejora!
Written by Marco Cimino
mayo 6, 2011 a 10:03 am
Publicado en me ha pasado, personal, Social Media
Tagged with identidad, redes sociales, web social
Una respuesta
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Buf… Marco, y luego nos llaman «internautas» como si fuéramos bichos raros y personas peligrosas. Me solidarizo contigo.
David Soler
mayo 6, 2011 at 10:47 pm