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Odio a mis clientes!
[tweetmeme source=”mcimino” only_single=false]La mayoría de las veces nos preocupamos por el estado de salud de nuestros clientes, intentando buscar formulas para añadir valor a nuestra relación con ellos, mejorar nuestros productos y servicios, ser más agresivos en presencia y precios para convertirnos en su mejor opción, para estar presentes en sus mentes a la hora de necesitar de nuestra ayuda para cumplir con sus objetivos de negocios.
¿Y ellos como nos pagan? Apretándonos en precios y entregas, pidiéndonos esfuerzos innecesarios, incumpliendo plazos y acuerdos y, algunas veces, haciéndonos trabajar en vano y poniéndonos en competencia con medio mundo para reducir al máximo nuestras ganancias! Ehhhhh?!?! 🙂 🙂
Es por eso que hoy me gustaría hacer el ejercicio al revés, resumiendo los elementos y las actitudes que distinguen un buen cliente de un cliente “malo”. ¿Nuestro cliente será finalmente digno de nuestra atención? (Perdonad, todavía estoy riendo 🙂 ).
Empecemos por la definición. ¿Qué es un buen cliente?
Un buen cliente es aquel que consigue sacar el máximo provecho de sus colaboradores (léase también proveedores) para la consecución de sus objetivos de negocio. Un caso podría ser el del director de marketing de una marca que necesita de los servicios de una empresa de consultoría para definir un plan de marketing digital para el lanzamiento de un nuevo producto.
Según nuestra definición, aquel que consiga el precio más barato y el plazo más ajustado para la realización del proyecto debería proclamarse automáticamente “MCA” (Mejor Cliente del Año); pues NO!
Si así fuera, nos hubiéramos dejado por el camino nuestros objetivos de negocio: el éxito en el lanzamiento de nuestro nuevo producto. ¿O a caso lo importante es disponer del plan de marketing a pesar de los resultados?
Muchas veces (nosotros, los clientes) confundimos el mejor resultado con el mejor precio o con el hecho de disponer de los resultados en el menor plazo posible, aun cuando no lo necesitamos realmente. Mientras que resultaría infinitamente más útil disponer de colaboradores que se involucren en el proyecto ayudando a alcanzar los objetivos marcados y con la suficiente agilidad y recursos para “apretar” el calendario cuando es realmente necesario.
He recopilado una serie de errores típicos a la hora de contratar servicios a una empresa externa, de los cuales he sacado las siguientes conclusiones:
- Define claramente tus objetivos de negocio y compártelos con tus colaboradores. Cuanta más información dispongan al respeto, mejor podrán ayudarnos a cumplirlos. Explicita en una frase lo que marcará el éxito del proyecto, eso evitará que haya malentendidos.
- Define con el máximo detalle cual deberá ser el alcance del proyecto, las eventuales fases, sus entregables y los criterios de validación que utilizarás para la aceptación del trabajo, así como eventuales metodologías necesarias y el formato de la documentación. Si no dispones de estándares al respeto, pide a tu colaborador que te facilite unos entregables de ejemplo para valorarlos. Toda esta información es necesaria para poder confeccionar una oferta que cumpla con los requisitos definidos.
- Define los criterios que utilizarás a la hora de valorar las propuestas de trabajo, comunícalos a tus colaboradores para que puedan ajustarse al máximo a las necesidades del proyecto. Toda la información que puedas facilitar (incluso inversión y plazos de entrega) es importante para ofertar la mejor solución.
- Comunica a tus colaboradores las personas de tu organización que estarán involucradas en el proyecto, su rol en el mismo y el tiempo de dedicación disponible.
- Define con detalle las necesidades de plazo de ejecución, ajustándote al máximo a la realidad y teniendo en cuenta tu implicación en el proyecto. La planificación no depende única y exclusivamente del colaborador. También influyen muchos factures externos que deberás tener en cuenta para evitar retrasos. Ten en cuenta que tu implicación en el proyecto es uno de los mayores factores de riesgo. Define el tiempo necesario para validar las entregas e incluye este tiempo en la planificación.
- Marca e intenta respetar los plazos de los distintos hitos (presentación oferta, comienzo proyecto, etc.). Evita pedir al colaborador esfuerzos innecesarios para que cuando sean realmente necesarios el no tenga inconveniente en “dar la talla”.
A la hora de valorar las propuestas de trabajo recibidas, aplica los criterios previamente definidos teniendo en cuenta que:
- Si la propuesta de trabajo que te han presentado no cumple con los objetivos fijados, no pierdas el tiempo. Si el colaborador no ha entendido (con toda la información facilitada) el alcance y los objetivos de negocios del proyecto, lo más probable es que no sepa hacerlo. 😦
- Si la oferta que te han presentado no encaja en esfuerzo y/o precio, pero sin embargo cumple con los objetivos y el alcance definido, es probable que tengas una percepción distinta del trabajo necesario. En este caso debes hacer el esfuerzo de entender la posición de tu colaborador, entrando más en detalle de la propuesta de trabajo que te ha elaborado. En el caso en que no haya un punto de encuentro, lo mejor es aplicar la enseñanza de Elvis: “para que seguimos juntos si no confiamos el uno del otro”
- Nadie trabaja gratis. Aunque hoy en día estamos constantemente bombardeados de promociones, campañas, descuentos, freemium etc, debemos ser suficientemente realistas para saber en todo momento que aquello que parece gratuito o demasiado barato lo es simplemente porque alguien más lo está pagando (el interés por entrar en un cliente nuevo, la necesidad de proyectos posteriores de mantenimiento, otro departamento, etc.). Si estamos buscando una relación a medio / largo plazo, deberíamos huir del modelo de colaboración basado únicamente en precio; si nos interesa el inmediato, adelante!
- Valora la creatividad. Aquel colaborador que ha hecho el esfuerzo para entenderme como cliente, entender mi problemática y buscar la mejor solución para ayudarme a cumplir con mis objetivos (mas allá del mero ejercicio de “vamos a ver que le puedo vender), es un colaborador “mastercard”.. no tiene precio!
A la hora de ejecutar, tener en cuenta que:
- Todas las cosas cambian. Las personas, los proyectos, las necesidades. Y más aún en un mercado en constante evolución y búsqueda de mejorar y sobrevivir de nuestra competencia. Pero delante de cualquier cambio, por ejemplo la necesidad de modificar sobre la marcha los objetivos y el alcance de un proyecto, hay que tener presente que todo el mundo tendrá su implicación y ambas partes (cliente y colaborador) tendrán que renunciar a algo para el bien del proyecto. En otras palabras, el impacto sobre un cambio en marcha no puede repercutir única y exclusivamente sobre nuestro colaborador. Por nuestra parte habrá que poner los recursos necesarios para realizar el cambio.
- El resultado es lo importante. Integremos a nuestros colaboradores en nuestros objetivos, esto implica compartir toda la información, el calendario, nuestras necesidades al mismo tiempo que nosotros debemos garantizar el cumplimiento de nuestra parte del proyecto (como por ejemplo la validación de una entrega) y nuestro colaborador tiene que garantizar su parte.
- La culpa la tenemos todos. Nuestra cultura tiene la tendencia, delante de un problema, a buscar y criminalizar un culpable. El culpable no resuelve el problema. Aprender de nuestros errores para mejorar y evitar que se vuelvan a producir es la manera de resolver los problemas. Si al final del proyecto nos queda el mal sabor de boca de que, objetivamente, nuestro colaborador no ha dado la talla, lo mejor es volver a aplicar el principio de Elvis.
Podría extenderme más, pero hay el riesgo de que sean mis clientes los que acaben odiándome a mi…por cierto, si tenéis pensado aplicar estas sencillas normas para convertiros en el cliente perfecto… por favor, llamarme 🙂
Meme: Patologías del Emprendedor
Tomo el testigo de Jordi Perez (aka @jordi_perez) en un meme inspirado en Mau Santambrosio que pretende poner de manifiesto las patologías más comunes de los emprendedores modernos.
Ante todo me gustaría intentar definir el concepto de «emprendedor«, que de por si es un trastorno de la personalidad sobre el cual se han realizado muchos estudios pero todavía se están definiendo las causas.
De momento la teoría más aceptada por la comunidad de científicos remonta las orígenes del trastorno a la pre-adolescencia. La teoría indica que la presencia de una ligera hiperactividad juntamente a un exceso de autoestima son la combinación explosiva «latente» que puede ser fácilmente despertada en el subconsciente del individuo aplicando un factor de represión externo. El caso más típico es el de un familiar cercano (del cual en principio el sujeto tiene cierto respeto, la «tieta» por ejemplo no siempre vale) que en el medio de una reunión familiar se dirige al sujeto (delante de todo el mundo) con una frase del tipo: «calladito estás más guapo!»
En segundo lugar, explicaros que el #bufbufismo es una patología normalmente inducida por otra afección más grave conocida como el #yalohagoyo.
El #YALOHAGOYO
Se estima que un 71,46% (más o menos) de los emprendedores que sufren de #bufbuf , deben su dolencia al #yalohagoyo. Esta patología se manifiesta cuando hay un exceso de hiperactividad que se combina con un exceso de autoestima dando lugar al conocido efecto «el hambre con las ganas de comer».
Esto se traduce en la vida cotidiana del enfermo en: dificultad o imposibilidad (en los casos más graves) de delegar el trabajo a los demás, capacidad de meterse en todo los fregaos (sobretodo en los que no producen beneficio económico), tendencia a que los demás se aprovechen de la hiperactividad del sujeto y evidentemente conducen a #bufbuf en un 94,52% de los casos.
El efecto más desastroso del #yalohagoyo, llamado «síndrome del pringao feliz» se produce normalmente (en un 84,17% de los casos) cuando, después de una jornada de trabajo muy intensa (o no, total todos los días son iguales) y ya llegados a casa, explicando a la pareja las hazañas del día, esta exclama: pero, en definitiva tu que ganas con esto!
Pasamos el meme @mausant (si quiere), e invito a otros emprendedores a sumarse a la iniciativa!
- Emprendedores como @alejandrosuarez, @kokebcn, @angelmaria, @jordibufi, @eldan @loogic @jpozuelos @sandrorosell @didaclee @yo_antitwitter.
- Coach como @Mertxe o @pablotovar
- Parejas en cuestión .. el marido o la mujer del emprendedor en cuestión… que en el caso de emprendedor freak (como tu y como yo) no suelen estar en twitter.
- … y a quien quiera seguirlo.
Si quieres seguirlo en twitter, usa el #patologias_emprendedor
Si no decides no estás vivo!
A lo largo de nuestra vida estamos obligados cada día a tomar alguna decisión, desde muy básicas (que corbata me pongo con esta camisa) hasta muy importantes y que posiblemente condicionarán nuestra vida y las vidas de las personas más cercanas.
Tomar decisiones es parte integrante de nuestra vida, casi me atrevería a decir que si no decidimos lo más probables es que no estemos vivos (o estemos muertos, que es lo mismo!). Tomar decisiones es un proceso muy complejo que se basa en una mezcla de conocimiento,experiencia, cultura, instinto y factores externos que pueden influir en nuestras decisiones en un sentido o en el otro.
Pero también es un proceso enriquecedor: nos marca hitos, nos permite aprender capitalizando la experiencia, y a veces (cuando nos equivocamos) nos marca un «toque de atención» que nos vuelve a llevar a la realidad si estamos «despistados».
Un gran amigo mio, que me acompañó muy de cerca en mis primeros «pasos laborales» siempre me decía: «no tengas miedo a tomar una decisión, lo importante es que hagas lo que realmente sientes!»
Esto, a parte de ser una gran verdad (desde mi punto de vista), también ha sido una manera muy elegante (por su parte) de no tomar partido en los asuntos en los cuales le pedía consejo.. 🙂
Pero en el fondo tenía (y tiene) razón.
Si tuviese que escribir un post acerca de las reglas a tener en cuenta para tomar decisiones, una de ella seguramente sería esta: por mucho que te aconsejen los demás no te prives del privilegio de tomar la decisión que consideras más adecuada. Esto te permitirá entre otras cosas no buscar responsables en el caso en que resulte que no era la decisión correcta. En definitiva, decide por ti mismo!
Otros de las principios básicos podrían ser: no tengas miedo a equivocarte; en realidad el que no se equivoca es porque no decide. (entonces está muerto 🙂 ) En el fondo nadie se espera de nosotros que seamos infalibles (y si lo hace está muy equivocado, nadie lo es), es mucho más importante que seamos capaces de asumir nuestras responsabilidades cuando nos hemos equivocado que el simple hecho de que nos equivoquemos. Si nos equivocamos es porque somos humanos!
Y por último: es mejor pedir perdón que pedir permiso! No tengas miedo en tomar decisiones cuando crees que debes hacerlo, aunque tu jefe (tu pareja, madre, hermano o quien sea) debería haber dado su visto bueno. Si lo tienes claro y tu decisión finalmente se demuestra la correcta, ganaras confianza en ti mismo y harás que los demás ganen confianza en tu trabajo (ahorrándose ellos una parte del suyo).
Por lo tanto en tu trabajo, en tu vida familiar, en las relaciones con los demás, cada día, cada momento…decide! no seas
Por encima de todo: no pierdas el buen humor! Es lo que nos ayuda muchas veces a quitar un poco de tensión en los momentos difíciles y a tomas las decisiones con más serenidad.
Los que me siguen en Twitter saben mi afición (diversión) por la búsqueda de objetos que ayuden a tomar decisiones, además de accesorios interesantes para el iPhone y «tools» que ayuden a ganar followers en Twitter.(pero esto será argumento de otro post 🙂 )
Para que podáis tenerlos todos juntos y poder elegir el más adecuado en función de la decisión que vayas a tomar, os hago un pequeño resumen…

Kit básico para tomar decisiones que en principio puedes pensar que te vas a arrepentir, pero al final resultan correctas 🙂